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Tecnología y Cambio exponencial

Imagínese por un momento que va a iniciar un trayecto por autovía y que se incorpora desde uno de los márgenes a unos 80 km hora, una vez incorporado, va subiendo la velocidad de manera incremental 10 km cada 2,5 segundos (90, 100…), para después de 10 segundos llegar al límite permitido de 120 km.

Ahora piense que la incorporación se produce a 80 km hora pero que una vez en la autovía, cada 2,5 segundo aumenta la velocidad exponencialmente utilizando una progresión geométrica con razón igual a 2 (160, 320, 640…) hasta llegar a 2.560 km por hora en 10 segundos. Sin duda, experimentar un proceso de aceleración de esa magnitud debe ser cuanto menos impactante.

Utilizo este símil para hacer entender con la mayor claridad posible la velocidad a la que diferentes instituciones, grandes empresas y gurús tecnológicos quieren que se produzca la transformación de nuestra sociedad. Una transformación que en algunos aspectos es necesaria pero en otros sencillamente puede ser contraproducente.

Siempre que leo libros o artículos relacionados con la necesidad de estar permanentemente implementando nuevas tecnológicas en nuestras organizaciones, o haciendo cambios disruptivos en los modelos de negocio, o modificando las prácticas empresariales que actualmente funcionan bien, me pregunto si la estabilidad, la fiabilidad en el funcionamiento, la profesionalidad conseguida a través de años de esfuerzo y perfeccionamiento, etc., son conceptos caducos que debemos eliminar de nuestro acervo cultural a la mayor celeridad posible. También si crear, producir y comercializar productos o servicios de manera acelerada incide de forma positiva en su calidad.

            Ampliando el foco de nuestra reflexión, cuando leo noticias que tienen relación con el impacto que está teniendo la tecnología en nuestras vidas y la necesidad de estar preparados para el cambio permanente y exponencial, me pregunto si es un hecho positivo en sí mismo o por el contrario, es un fenómeno que hay que estudiar con la suficiente cautela y racionalidad como para potenciar sus efectos positivos y paliar o eliminar los negativos. Evidentemente, tanto la potenciación de lo positivo como el tratamiento o eliminación de lo negativo requiere tiempo, experimentación y maduración, no velocidad exponencial.

Pensemos en una persona que tiene un empleo estable, ve con optimismo el futuro y con su modesta conducta de consumo e inversión permite que la economía funcione. ¿Qué efecto puede tener sobre su forma de pensar el hecho de recibir reiteradamente el mensaje de que la robotización y la automatización de tareas es altamente probable que acabe con su puesto de trabajo en los próximos años?, ¿qué impacto tendrá sobre su comportamiento de consumo e inversión si además lee repetidamente que tendrá que estar permanentemente formándose en habilidades que posiblemente le permitirán acceder a puestos de trabajo inexistentes en la actualidad y que no se sabe cuándo se crearán o si ni siquiera se crearán?, ¿cómo afectará a su confianza en el sistema y en las instituciones si además averigua que hay empresas tecnológicas invirtiendo ingentes cantidades de dinero para que los puestos de trabajo que teóricamente podrá desempeñar su hijo una vez terminada la carrera, sean realizados por máquinas muy económicas y eficientes?. Intuyo que ante esta tesitura, es probable que su optimismo, su moral y su comportamiento se vean afectados de manera determinante, probablemente de una forma negativa.

Imaginemos a un joven que acaba de terminar su postgrado y que después de 5 ó 6 años de tremendo esfuerzo, únicamente es capaz de encontrar trabajo de rider a tiempo parcial. ¿Qué pensará sobre las oportunidades que le ofrece el sistema?, ¿y sobre la justicia social?, ¿querrá seguir participando en la mejora de la sociedad mediante su esfuerzo?, ¿pensará que la revolución tecnológica es imprescindible para acabar con la desigualdad social?

Si tenemos en cuenta que una de las bases del desarrollo económico y la armonía social es la certidumbre y la confianza en el sistema, debemos preguntarnos si construir una sociedad tomando como base un relato fundamentado en la incertidumbre y la inseguridad, es positivo para crear sociedades prósperas y equilibradas.

Evidentemente, los grandes cambios sociales y económicos son necesarios e importantes para la evolución humana, de hecho, desde finales del XVIII y una vez iniciada la I Revolución Industrial, se llevan produciendo de manera incesante. El problema, es que el cambio está dejando de ser un instrumento de mejora humana, para convertirse en un fin en sí mismo, ya que de otra forma, resulta muy difícil explicar la rapidez a la que quieren cambiar nuestra conducta como consumidores para que se adecue a las necesidades tecnológicas de las empresas que supuestamente focalizan su acción en entender y satisfacer las necesidades de los clientes. En este caso, cabría preguntarse si un modelo de negocio que “impone” una interacción tecnológica a su cliente está focalizado en sus necesidades.

Las sociedades actuales son tan sumamente complejas que considerar que el camino del cambio tecnológico exponencial es la única fórmula factible para nuestro desarrollo y evolución, es una simplificación evidente de la realidad. En este sentido, creo más importante crear y difundir una cultura colaborativa y de apoyo mutuo que fomente nuestra participación en la construcción de una sociedad más humana y donde a través de la acción directa, demostremos nuestro grado de compromiso, por supuesto, tomando la tecnología como un medio que nos ayude a mejorar y nos permitan conseguir objetivos (ej.: combatir el cambio climático, minimizar la desigualdad social, etc.) que sin la misma serían mucha más difícil lograr.

4 Commentarios
  • Alfredo Coello Vázquez
    12:47 PM, 21 febrero 2020

    Brillante reflexión!

    • Diego Peña
      8:39 PM, 21 febrero 2020

      Hay que evitar que la “atracción” que produce la tecnología con sus fáciles aplicaciones, nos haga olvidar que somos ante todo personas con necesidades en muchos aspectos “no” tecnológicas. Gracias Alfredo

  • Juan Carlos Ortega
    3:47 PM, 21 febrero 2020

    Creo que la velocidad de implantación de de la tecnología nos la imponen,para beneficios de unos cuantos.
    Ya estamos viendo que lo natural y lo humano esta en auge y cada vez más.
    Siempre nos quedaran comprar un rebaño de ovejas y disfrutar del campo.
    Un saludo.

    • Diego Peña
      8:42 PM, 21 febrero 2020

      De la naturaleza hay que intentar disfrutar siempre y efectivamente potenciar lo humano en toda su dimensión. Gracias Juan Carlos

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