El fenómeno al que llamamos globalización, tiene como uno de sus objetivos fundamentales la creación de un mercado mundial dónde los flujos de personas, bienes, servicios, capitales y tecnologías circulen con libertad, fomentado la integración económica y social. Evidentemente y a pesar de que los intercambios comerciales mundiales han crecido más que la producción durante las últimas décadas(1), todavía queda un largo camino por recorrer para que este objetivo sea conseguido.
Una de las características más relevantes de la globalización es que el ámbito para valorar si una empresa actúa en situación de monopolio(2) y se beneficia de no tener competencia, se amplía geográficamente. Esta circunstancia, puede producir que haya un número suficiente de organizaciones que compiten en un gran mercado geográfico como la Eurozona, pero que a nivel más reducido (ej.: país) pueda haber una escasez objetiva de competidores que favorezca la formación de oligopolios, donde un número pequeño de compañías muy grandes comercializan sus bienes y servicios sin prácticamente competencia. Como ejemplo, pensemos en la importante concentración que están sufriendo determinados sectores clave para la economía mundial como el farmacéutico, el alimentario o el bancario.
No podemos olvidar, que las leyes antimonopolio deben proteger al consumidor para que pueda disfrutar de un número suficiente de ofertas sobre las que elegir con libertad. También al tejido empresarial formado por pequeñas y medianas empresas y que en definitiva generan dinamismo económico a nivel local (empleo, inversión…), puesto que estas organizaciones enriquecen la diversidad empresarial, fijan personas al territorio y proporcionan un medio de vida digno a muchas familias, jugando un papel importante no sólo a nivel económico, sino también social.
En el ámbito tecnológico, uno de los acontecimientos más significativos que está provocando la creación de mercados globales es la consolidación de empresas como Apple, Google, Amazon, Facebook, Netflix, etc., cuyo tamaño y poder de mercado son cada vez más amplios. No podemos obviar, que el desarrollo de estas compañías como grandes suministradores de productos, servicios, aplicaciones… es uno de los hechos que más ha cambiado nuestras vidas en las últimas décadas y más la va a cambiar en las próximas.
Una de las variables que ha hecho posible la globalización y el desarrollo tecnológico en toda su dimensión, es la estandarización(3), ya que hace posible el intercambio de bienes, servicios, comunicaciones o conocimientos a gran escala, fomentando la interconexión y el desarrollo económico. Pensemos en el protocolo estandarizado que permite compartir internet globalmente, la importancia de poder cargar cualquier dispositivo electrónico (ordenador, tablet, móviles…) independientemente del país donde nos encontremos, las bases comunes que permiten desarrollar el conocimiento científico a nivel mundial, la creación de productos estándar que facilitan enormemente los intercambios comerciales (contenedores de carga, grúas de descarga…), o los vehículos que posibilitan la movilidad a gran escala y comparten las mismas características en todo el mundo (aviones, trenes, camiones, coches,…).
Imaginemos por un momento, el caos económico que produciría el hecho de que cada país tuviera un tipo diferente de combustible que sólo pudiera ser utilizado por los vehículos matriculados en cada uno de ellos, o el revés que sufrirían las tecnologías de la información y comunicación si el protocolo de internet de repente fuera incompatible entre zonas geográficas, e imposibilitara la interacción de personas que viven en regiones diferentes. Por tanto, establecer estándares técnicos facilita la integración y el desarrollo.
Pero existe otra estandarización que también está provocando la globalización y el desarrollo tecnológico y que nos produce una enorme inquietud, esta es la del comportamiento, de tal forma, que todos tendemos a utilizar las mismas redes sociales (Facebook tiene más de 2.200 millones de usuarios en el mundo), todos solemos comprar en las mismas plataformas tecnológicas (Amazon y Alibaba amplían su dominio en el comercio electrónico año tras año), todos hacemos las búsquedas por internet en el mismo buscador (Google domina el mercado mundial de las búsquedas por internet con más de un 95% de cuota) y todos estamos expuestos a recibir el mismo tipo de información, creándose situaciones donde un número muy reducido de empresas ejercen un enorme poder sobre un número cada vez mayor de personas.
Uno de los conceptos más importantes asociados al mundo de internet y al de las grandes plataformas tecnológicas, son los llamados efectos de red, efectos que ocasionan que algunos productos o servicios “lleguen a ser más valiosos para cada usuario según más gente los utiliza” (4). Por ejemplo, según hay más personas que compran a través de una determinada plataforma tecnológica, mayor es el número de empresas que quieren vender a través de la misma y mayor la oferta de productos que puede atraer a más compradores potenciales. Estos efectos de red, son uno de los incentivos más poderosos que está detrás de las prácticas (en muchos casos cuestionables) que utilizan ciertas compañías para que pasemos cada vez más tiempo interaccionando en sus plataformas. También explican la formación monopolios u oligopolios en mercados donde teóricamente hay libre concurrencia de empresas (ej.: compras por internet, buscadores…).
A nivel colectivo, este hecho puede poner en riesgo el pluralismo y la diversidad de opinión que cualquier democracia debe salvaguardar. Como individuos, corremos el riesgo de perder nuestra capacidad para analizar la realidad de manera crítica disponiendo de la información de calidad que nos permita decidir con criterio propio, o simplemente puede aumentar la desigualdad entre las personas que tienen nuestros datos y generan información al respecto, y aquellas que son meros consumidores de las misma, en definitiva, corremos el riesgo de crear un mundo socialmente estandarizado donde sólo haya una visión unidimensional de la realidad.
Por el contrario, creemos que tanto la integración económica global como el desarrollo tecnológico deben ayudarnos a crear un mundo plural, dinámico, donde la iniciativa y el conocimiento científico sirvan para empoderar a aquellas personas que tienen la visión crítica y la capacidad de decisión como para liderar la transformación económica y social que inevitablemente se va a producir en las próximas décadas, por supuesto, desde el compromiso con el bien colectivo y con el necesario respeto hacia la individualidad. También para que cada uno de nosotros podamos decidir sobre cuáles son los objetivos vitales que queremos perseguir con libertad, racionalidad y pasión.
Notas:
(1) https://diegop.es/blog-de-diegope/el-riesgo-del-cambio/
(2) Monopolio: “industria que produce un bien o servicio para el cual no existen substitutos cercanos y en la cual hay un suministrador que está protegido de la competencia mediante barreras que previenen la entrada de nuevas firmas”.
(3) La organización internacional de la estandarización (ISO por sus siglas en inglés), fue creada en 1947 para promover los estándares internacionales y técnicos entre países y favorecer los intercambios comerciales.
(4) McAfee & Brynjolfsson, (2017:140)
Referencias:
– McAfee, M & Brynjolfsson, E. (2017). “Machine, Platform, Crowd. Harnessing our Digital Future”. New York: W.W. Norton & Company, Inc.