Si pudiéramos retroceder en el tiempo, nos daríamos cuenta de que cada etapa histórica ha tenido su propio vocabulario, a través del cual, se expresaron las inquietudes, las esperanzas o los avances de las sociedades que nos precedieron. Este vocabulario permitió construir la historia, que no olvidemos, fue la realidad de las personas que vivieron épocas pasadas.
En la actualidad, términos como inteligencia artificial (IA), Big data, impresión 3D, cloud computing… están facilitando la construcción de un relato(1) donde diferentes instituciones (empresas, universidades, organismos internacionales…) nos advierten que la tecnología va a ocupar ámbitos que hasta hace relativamente poco tiempo eran exclusivamente humanos (trabajos cualificados, toma de decisiones complejas…). No podemos obviar que un relato lo suficientemente sugestivo, puede tener la misma fuerza sobre nuestra percepción de la realidad y sobre nuestras expectativas que los propios sucesos que ocurren en nuestras vidas.
Bajo nuestro punto de vista, nos encontramos en un momento en el que debemos sentar las bases de un futuro donde la tecnología puede jugar un papel fundamental para mejorar nuestra calidad de vida, siempre que tomemos las decisiones correctas. Por tanto, asegurar que la tecnología es un bien en sí mismo, es tan equivocado como negar su importancia para nuestro desarrollo como sociedad, ya que ambas opciones dependerán de las decisiones que vayamos tomando y de las acciones que se vayamos realizando durante las próximas décadas.
Debido a esta circunstancia, creemos que es muy importante establecer un equilibrio entre la función y la evolución de la técnica y las necesidades que tenemos como personas en cuanto a estabilidad, desarrollo profesional, autonomía en la toma de decisiones, expectativas, etc., para conseguir de manera efectiva que la tecnología mejore nuestro bienestar individual y colectivo.
Con relación al Big data o análisis de grandes cantidades de datos, cada vez hay más artículos especializados, conferencias… donde nos exponen sus innumerables beneficios y la importancia de que las máquinas que procesan esos datos vayan sustituyendo a las personas en la toma de decisiones estratégica(2). Pero ¿realmente queremos un mundo donde de forma generalizada no tomemos decisiones en base a nuestras experiencias, conocimientos, intuiciones…?
En el capítulo 10 del libro “Diferenciación Competitiva”, enfatizamos la necesidad de entender que el “Big data” es un complemento que puede enriquecer las decisiones que como personas debemos tomar y no un sustituto de nuestra iniciativa profesional.
Texto extraído del libro “Diferenciación Competitiva: bases estratégicas para empresas de éxito”, publicado por el Grupo Editorial Rama en mayo de 2017.
El desarrollo tecnológico está facilitando la obtención de cierto tipo de información de mercado (preferencias del cliente, conducta del cliente ante determinados incentivos…) o de activo productivo (funcionamiento, necesidades de mantenimiento preventivo…), que hasta hace relativamente poco tiempo carecía de las propiedades para que tuviera una utilidad estratégica (volumen de datos, veracidad, idoneidad temporal…). La expansión que se está produciendo en la utilización de plataformas online donde se producen miles de interacciones en tiempo real entre empresas y clientes, la fabricación de dispositivos que se insertan en los activos productivos clave para controlar su funcionamiento y detectar cualquier anomalía anticipadamente, son algunas de las medidas que se utilizan para captar información sensible en tiempo real.
Pero este impresionante desarrollo tecnológico no puede obviar dos variables íntimamente relacionadas con el proceso de toma de decisiones y con los resultados que se derivan del mismo: (a) la dimensión humana asociada a la gestión empresarial; (b) y la incertidumbre.
Con relación a la primera variable, no podemos olvidar que en el mundo de los negocios las decisiones reales las toman las personas, y que para que un hecho de estas características sea beneficioso para la compañía, deberá basarse en la negociación, el acuerdo y el compromiso. De otra forma, resultará extremadamente complicado involucrar a los integrantes de la empresa en la aplicación práctica de la decisión tomada, independientemente del volumen y la calidad de los datos que la hayan originado.
Con respecto a la segunda variable, la complejidad inherente al mundo en el que vivimos y la enorme cantidad de sucesos independientes que van dando forma al futuro de manera constante, hacen imposible eliminar la incertidumbre asociada al proceso de toma de decisiones y a sus posibles resultados.
Debido a estas singularidades, la mayor disposición de datos e información resultará beneficiosa para la organización:
- a) Siempre que mejore y no sustituya la toma de decisión de las personas con responsabilidades directivas.
- b) Siempre que ayude a enriquecer los debates en torno a los grandes retos de la empresa (visión, objetivos estratégicos, dirección estratégica…).
- c) Siempre que se utilice para diferenciarse positivamente de la competencia mediante un mejor conocimiento de la demanda.
- d) Siempre que facilite una mejor innovación de productos y procesos de producción, o un ahorro significativo de los costes de fabricación o mantenimiento.
- e) Siempre que ayude a resolver los grandes retos de la sociedad contemporánea (protección medioambiental, mejora de niveles de vida…).
- f) Siempre que evite la “parálisis por análisis”.
En definitiva, las decisiones basadas en evidencias y datos que nos propone el Big data, más que un factor independiente que irá sustituyendo gradualmente a la intuición y al conocimiento tácito, son un complemento ideal para que ambos sean utilizados en todo su potencial, al menos mientras vivamos en un mundo de personas hecho para personas.
Notas:
(1) Los premiso nobel Arkelof y Shiller comentan en su libro Animal Spirits que “la divulgación de una historia (o relato) se podría describir en términos de una epidemia. Las historias son como los virus y su divulgación de boca en boca se parece a una especie de contagio” (101:2009).
(2) Autores como Yuval Hoah Harari sostienen que si no actuamos a tiempo, las grandes plataformas tecnológicas como Google, Facebook… acabarán tomando decisiones tan importantes para nosotros como decidir con quién compartir nuestra vida. Esto será posible mediante la utilización de algoritmos y el análisis masivo de datos.
Referencias:
- Akerlof, G.A. & Shiller, R.J. (2009). Animal Spirits. Barcelona: Gestión 2000.
- Peña, D (2017). “Diferenciación competitiva. Bases estratégicas para empresas de éxito”. Madrid: Editorial Rama.