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Liderando el cambio

En numerosas ocasiones, cuando se habla de la dificultad que tenemos las personas para cambiar en algún aspecto relevante de nuestras vidas, se hace de una forma negativa. Es como si no quisiéramos modificar nuestros hábitos por capricho o porque somos tremendamente perezosos o comodones para enfrentarnos a la transformación personal que, según el gurú del momento, necesitamos llevar a cabo.

Sin embargo, existen poderosas fuerzas internas y externas que desde nuestros orígenes, han ido consolidando a la estabilidad como un pilar esencial para crear un mundo física y emocionalmente adecuado para el ser humano.

En ningún caso pretendo defender que la inmovilidad y el statu quo son los mecanismos que nos guiarán en la búsqueda permanente de la felicidad, sino sencillamente explicar por qué nos cuesta tanto cambiar, pues creo que es el primer paso que hay que dar para hacerlo con éxito.

¿Por qué nos cuesta tanto cambiar?

Aunque la evolución y la construcción de la sociedad actual nos ha alejado de los peligros a los que se enfrentaron nuestros primeros antepasados, el objetivo de nuestro cerebro sigue siendo el mismo que hace millones de años: sobrevivir a pesar de las amenazas del entorno.

La forma más eficaz para sobrevivir en un entorno lleno de riesgos y peligros, es consolidando aquellas rutinas que hacen posible que el cerebro haga de forma automática muchas de las actividades que realizamos en nuestra vida cotidiana ¿Por qué? Porque de esta manera podrá concentrar su energía en enfrentarse a los peligros relacionados con la vida y hará las tareas rutinarias sin apenas darse cuenta. Imaginemos por un momento que pasaría si cada vez que tenemos que hacer una actividad, nuestro cerebro tuviera que analizar la situación con detenimiento, valorar todas las posibles consecuencias de las alternativas disponibles y tomar una decisión.  Me refiero a actividades tan cotidianas y exentas de riesgo como andar, ducharse, comer, etc. Sin duda, le resultaría mucho más complicado velar por nuestra seguridad e integridad, que si hacemos esas tareas de forma automática y sin ser apenas conscientes de ello.

Por otra parte, para vivir una vida emocionalmente estable, las personas necesitamos certidumbre y creer en historias que den significado a nuestra existencia. En este caso, el cerebro vuelve a jugar un papel esencial para garantizar la estabilidad y evitar cambios que pueden generarnos inseguridad e incertidumbre. Por esta razón, es tan sumamente difícil cambiar el esquema mental respecto a las cosas en las que creemos, ya que en definitiva, son las que nos permiten dar significado y entender el complejo mundo en el que vivimos. De hecho, la disonancia cognitiva(1) que nos provocan las ideas contrarias a las nuestras (ideología política, normas sociales…) nos genera ansiedad y estrés, emociones que por su propia naturaleza, acaban con el equilibrio interno que tanto necesitamos para vivir una vida satisfactoria.

Asimismo, el cuerpo humano está diseñado para funcionar como un equipo perfectamente sincronizado. Para evitar el desorden y el caos en nuestro interior, cada parte del organismo tiene que realizar adecuadamente la función para la que está diseñado. En este caso, la estabilidad y los hábitos consolidados sirven para simplificar nuestra vida, lograr el equilibrio interno (homeostasis)(2) que tanto necesitamos para vivir bien y evitar situaciones que puedan poner en peligro ese equilibrio(3).

Por último y no por ello menos importante, la sociedad en sus diferentes ámbitos (empresarial, deportivo, político…) también fomenta la estabilidad. Tras siglos de revoluciones y revueltas sociales, se ha entendido que la estabilidad tiene una importancia capital para lograr la armonía social, de hecho, cuando ocurren crisis económicas o sociales de gran calado, se suelen activar numerosos mecanismos para volver a recuperarla cuanto antes. Evidentemente, hay sociedades con una cultura mucho más abierta a la innovación, al aprendizaje, al desaprendizaje o a la experimentación que otras, y esta apertura al cambio, tiene una enorme influencia sobre las personas que integran la sociedad, haciéndolas más o menos proclives a la transformación personal y colectiva.

¿Pero, qué mecanismos utiliza el cerebro para “no” cambiar? Cuando éste detecta alguna situación que va a poner en riesgo la estabilidad que tanto necesita (ej.: ascender a un puesto de mayor responsabilidad o liderar un proyecto deportivo a nivel profesional), suele activar las respuestas de autodefensa y generar emociones negativas como la ansiedad y el miedo, emociones que por su propia naturaleza, tienen un gran potencial para alejarnos de la situación que las genera, en este caso, del cambio.

Por tanto, cuando queramos liderar nuestra reinvención personal o seamos responsables de cambiar la dinámica del equipo que lideramos, tendremos que ver con naturalidad la resistencia al cambio tanto propia como de las personas que forman el grupo humano que se lidera. En este sentido, deberemos prestar mucha atención a los mecanismos que el cerebro activará para preservar nuestra integridad y equilibrio interno. También cómo nos condicionará la cultura de la sociedad y de la entidad (empresa, club deportivo, etc.) en la que vamos a realizar ese cambio. Por supuesto, siempre con el objetivo de lograr una transformación real y positiva. El cómo lograr esa transformación, lo dejamos para otro artículo.

Notas:

(1) “La disonancia cognitiva es un conflicto entre dos ideas simultáneas y contradictorias que crea desasosiego y estrés en las personas” (Punset, 2010:62).
(2) Capacidad del organismo para mantener el equilibrio interno mediante la autorregulación.
(3) (Peterson, 2018)

Referencias:

– Peterson, J.P 2018. “12 Reglas para Vivir. Un antídoto al caos”. Barcelona: Deusto.

4 Commentarios
  • Alfredo Coello
    6:09 PM, 6 septiembre 2021

    Estupendo artículo, totalmente de acuerdo, pero cabe decir que para una minoría de personas, como es mi caso, causan más estrés las situaciones la estabilidad que las de cambio, ¿tienes idea de por qué esto es así?

    • Diego Peña Vázquez
      11:50 AM, 8 septiembre 2021

      Estimado Alfredo, buena pregunta a la que respondo: la estabilidad no es una magnitud fija, es un concepto que se adapta a cada persona. Lo que debemos tener claro es que viajar mucho a lugares lejanos o cambiar de trabajo con mayor frecuencia que la media, no significa llevar una vida caótica. La estabilidad, la proporciona el hecho de llevar una vida acorde a nuestros gustos y preferencias. Entonces ¿Qué es la inestabilidad en este caso? Realizar cambios que no entren dentro de nuestro esquema mental y generen emociones negativas.

  • Carolina
    11:35 AM, 9 septiembre 2021

    Felicidades por el artículo.

    • Diego Peña Vázquez
      7:30 AM, 10 septiembre 2021

      Gracias Carolina. Saludos

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