La función de Investigación, Desarrollo e Innovación, se revela en la actualidad como una herramienta de gestión imprescindible para conseguir organizaciones capaces tanto de adaptarse al medio donde desarrollan su actividad como de crear nuevos modelos de éxito empresarial. En el caso europeo y español, este hecho es especialmente significativo si se tiene en consideración que gran parte de la producción en masa, y una parte cada vez más importante de la producción de alto valor añadido, se está localizando en países como China, La India… donde los costes por unidad producida son más bajos que en los países más desarrollados, y dónde los sistemas educativos y judicial son cada vez más convalidables con los del mundo más avanzados, incrementándose la presión competitiva sobre las empresas europeas. Estados Unidos sin embargo, sigue a la vanguardia del proceso innovador gracias la elevada inversión en I+D+i de sus principales empresas tecnológicas (Apple, Google, Microsoft, IBM, Dell Computer…) y a la aparición de un número importante de “Startups” que están introduciendo cambios disruptivos en la forma de hacer determinados negocios (distribución, banca, comunicación…).
Resultados de una buena función de I+D+i son la creación de nuevos productos o servicios, el desarrollo de procesos de producción más eficaces y eficientes, la concepción de nuevos modelos de negocio que mejoren alguna de las fases más importantes de la cadena de valor o la implantación de estructuras organizativas y de gestión que potencien el funcionamiento de la empresa. Pero la innovación aplicada a la gestión empresarial, también permite el diseño de mecanismos diferentes para posicionar productos en el mercado, fórmulas más eficientes para desarrollar una cadena logística integral, actuaciones innovadoras para disminuir los costes de distribución y un amplio número de posibles aplicaciones que tratarán de aportar mayor valor al mercado y abrir la puerta a la “diferenciación” de la organización sobre la competencia.
Cabe reseñar que esta “diferenciación competitiva”, es la fuerza motriz de la supervivencia empresarial a largo plazo, ya que la competencia exclusivamente vía precios, aún siendo un mecanismo perfectamente aplicable, puede desincentivar y deprimir la inversión en capital (humano, productivo y tecnológico), al actuar como indicador de mercados con una excesiva concurrencia competitiva o mercados maduros con poco o ningún potencial de expansión adicional.
Tradicionalmente, una forma de incrementar la inversión en I+D+i se ha realizado a través de la compra o importación de INPUTS (maquinaria, software…) desarrollados por empresas especializadas y existentes en el mercado. El problema fundamental de este desarrollo tecnológico es que está al alcance de la competencia y en períodos cada vez más cortos acaba con la “diferenciación” y la “ventaja competitiva”, derivando en no pocas ocasiones en guerras de precios con consecuencias perniciosas para determinados sectores económicos.
Otro forma eficaz de aumentar la “competitividad empresarial” manteniendo rasgos diferenciales y ventajas competitivas sostenibles en el tiempo, se puede conseguir si una parte importante de la inversión en I+D+i se ejecuta en el seno de la empresa debido a que este hechola aísla dela observación externa y del riesgo de imitación. Esta situación también potencia el fenómeno denominado “ambigüedad causal” (Lippman y Rumelt 1982) y su derivada “la capacidad incierta de imitación”, es decir, la dificultad que se encuentra la competencia para identificar las causas del éxito de una determinada organización cuando éste tiene orígenes múltiples y se basa en capacidades internas complejas.
Pero ¿qué ocurre si la inversión necesaria para innovar es demasiado elevada en función de la capacidad económica de la empresa o empresas de un sector de actividad? En este caso, la “coopetition” o competencia colaborativa puede jugar un papel especialmente relevante para desarrollar proyectos innovadores entre empresas que aún siendo rivales en el mercado, pueden compartir determinados intereses clave para su propia supervivencia. Importantes casos de coopetition han sido la alianza entre Sony y Apple en 1991 para fabricar el Powerbook, la unión entre Sony y Samsung en 2006 para producir pantallas LCD o las que se llevan produciendo desde hace tiempo en el sector de la automoción para introducir mejoras sustanciales en el diseño de vehículos o en el control de costes (Toyota y Ford en 2011, Renault-Nissan y Daimler en 2010…).
Como conclusión, cabe reseñar la importancia que la función de I+D+i ha tenido y tiene para el desarrollo humano, ya que sin la misma e independientemente de que se haya utilizado de forma espontánea o tras una exhaustiva planificación, no se podría concebir un mundo tan tecnológicamente avanzado como el actual. Vivimos una época donde el desarrollo tecnológico está incrementando la presión competitiva en sectores económicos donde hasta hace relativamente poco tiempo era sencillo identificar a los diferentes rivales del mercado, donde los canales de distribución estaban claramente definidos o donde la oferta de productos o servicios era muy similar. Este aumento de la competencia, está provocando que ciertas medidas clásicas de protección competitiva (recursos únicos, economías de escala y alcance, patentes y marcas registradas…) resulten del todo ineficaces. Actualmente empresas como Amazon en la distribución, el fenómeno FinTech en el sector financiero, Airbnb en el sector turístico o Uber en el transporte de personas, están cambiando radicalmente la forma de hacer negocios gracias a la tecnología y a haber sabido aplicar la creatividad al mundo real, por lo que pretender mantenerse al margen del proceso de Investigación, Desarrollo e Innovación como fuente de “ventaja competitiva”, se estima que es una opción cuanto menos arriesgada.
Referencias:
– Lippman, S.A. & Rumelt, R.P. (1982). “Uncertain Imitability: An Analysis of Interfirm Differences in Efficiency under Competition”, Bell Journal of Economics, 13 (1982).
