Vivimos en una sociedad de fuertes arraigos. Uno de los más asentados en la dirección de personas está relacionado con la creencia que se tiene respecto al concepto de motivación humana. Para mucha gente, la mejor forma de motivar a los demás cuando se colabora e independientemente que estos sean niños en edad escolar, jóvenes o adultos, es utilizando el miedo.
Si queremos que alguien se ponga a salvo ante una situación realmente peligrosa, utilizar el miedo está más que justificado. De hecho, su función principal en la vida no es otra que prepararnos para afrontar los peligros reales(1). El problema se hace evidente cuando se utiliza creyendo que es una forma razonable de motivar a las personas que participan en actividades colectivas. De esta forma, si no nos gusta lo que hace un integrante del equipo, utilizamos el miedo con intensidad para reconducir su conducta y lograr que actúe con más o menos intensidad dependiendo de las circunstancias, para que ponga más atención sobre las tareas que realiza, para que tome decisiones con mayor determinación o no se exceda cuando toma la iniciativa, etc. En resumen, lo utilizamos para motivar a los integrantes del grupo y lograr que hagan aquello que creemos es lo más apropiado.
El miedo es un mecanismo muy efectivo para conseguir respuestas inmediatas. También para acabar con la cohesión, el ambiente positivo y la motivación de cualquier equipo al ser la llave que abre la puerta al estrés negativo y al desaliento(2). Se puede activar con lo que decimos, con cómo lo decimos y con aquello que insinuamos aunque no lo digamos. De lo que se trata es de lograr que los miembros del grupo hagan lo que queremos o dejen de hacer lo que no queremos inmediatamente.
¿Enfado justificado?
Otro de los grandes déficits relacionados con la motivación humana, tiene su origen en la justificación generalizada que la sociedad hace del enfado o el cabreo, de tal forma que si alguien dirige personas, está más que justificado que se muestre enfadada permanentemente y que por tanto, pueda utilizar la desconsideración y el desprecio como mecanismo básico para guiar al colectivo por la senda correcta(3). Entonces veremos a entrenadores, profesores, directivos de empresa, responsables de proyecto, etc. utilizar malos modales cuando se relacionan con el grupo humano que lideran.
Aunque podamos pensar que estar cabreado de forma permanente es una señal de fortaleza personal y carácter, en realidad suele ser una muestra de debilidad al ser un indicador de la incapacidad que tienen muchas personas para liderar recurriendo a las fuentes de motivación positiva. Por cierto, fuentes que suelen tardar más tiempo en surtir efecto que el miedo. Pensemos en una clase en edad escolar en la que la profesora o el profesor tienen que mantener un orden que haga posible dar la materia ¿Qué es más efectivo a corto plazo, recurrir al enfado y al castigo cuando el comportamiento de la clase no es el más adecuado, o apelar a la responsabilidad individual y al respeto hacia los demás? Evidentemente, la primera opción es mucho más económica e inmediata que la primera. Sin embargo, la segunda nos enriquece como personas y a medio y largo plazo contribuye a construir una sociedad mejor.
Con este razonamiento, no pretendemos decir que utilizar el enfado no esté más que justificado en determinadas situaciones ni que mostrar la autoridad con firmeza no sea necesario para acabar con las actitudes que dañan la dinámica grupal. Lo que decimos es que estar permanente cabreado no puede ser el mecanismo básico de motivación ni que cuando se utilice, deba basarse en la desconsideración y en las malas formas.
(*) Texto extraído del libro escrito por Diego Peña “El Símbolo Secreto del Liderazgo. Talento y confianza para liderar equipos”.
Notas:
Nota 1: El miedo es la respuesta / emoción que ha creado la naturaleza para alertarnos de las situaciones peligrosas y garantizar nuestro bien más preciado: la vida.
Nota 2: Se utiliza el término “estrés negativo” para describir la respuesta fisiológica que utiliza el organismo para prepararse ante una situación peligrosa y que en dosis elevadas y mantenidas en el tiempo es muy perjudicial para la salud. La palabra “desaliento” se utiliza para representar el impacto que el miedo exagerado tiene sobre la moral del equipo.
Nota 3: A nivel cerebral, el mecanismo que regula el enfado es similar al que lo hace con la respuesta de supervivencia (lucha o huida) debido a que se activa cuando se percibe un “hecho” como si fuera una amenaza real. El “hecho” puede ser el error de un empleado, el comportamiento de un grupo de niños en clase, la actitud de un integrante del equipo deportivo, etc.
Referencias:
– Peña, D (2024). “El Símbolo Secreto del Liderazgo. Talento y confianza para liderar equipos”. Madrid: Ediciones Pirámide.