La relación positiva entre personas e independientemente del ámbito en el que se produzca (familia, trabajo, actividades deportivas…), se basa en la capacidad que tenemos para expresarnos adecuadamente, escuchar activamente y comprender al ser humano que tenemos enfrente.
Cuando hablamos de liderazgo, una de las claves para llegar a ser un buen líder está íntimamente relacionada con la capacidad para relacionarse con el equipo con fluidez y armonía. Para lograr este objetivo, es esencial aprender a ponerse en el lugar de cada uno de sus integrantes y sentir como propios sus emociones y sentimientos. Sencillamente porque es la mejor forma de establecer relaciones que se basen en el entendimiento, la honestidad y la franqueza.
La capacidad para ponerse en el lugar de otro ser humano la llamamos empatía y además de estar en el centro de las relaciones entre personas, tiene una enorme utilidad para que éstas sean fructíferas. Esta situación se puede dar en la relación entre un padre y sus hijos, un profesor y sus alumnos, un médico y sus pacientes, un entrenador y sus jugadores, un responsable de equipo y sus compañeros de trabajo o cualquier otro ámbito en el que se produzcan importantes interacciones personales.
Una de las mayores recompensas que tiene empatizar con los demás, es que nos permite entender las razones que hay detrás de ciertos comportamientos que en numerosas ocasiones consideramos inexplicables. Entonces, comprenderemos que la hostilidad que muestran ciertas personas con su comportamiento lo que realmente esconde es miedo e inseguridad, entenderemos que la aparente debilidad de algún miembro del equipo lo que realmente significa es humildad y timidez. Entonces en definitiva, descubriremos el lado más humano del vínculo que se produce entre personas con sensibilidades diferentes.
Pero ser empático se aplica en muchas menos situaciones de las convenientes. Esto es así a pesar de estar en nuestra propia naturaleza(1). El porqué es variado, pero esconde nuestra incapacidad para utilizar ese precioso tesoro llamado “empatía”, sustituyéndolo por prejuicios y falsas creencias sobre lo que realmente motiva al ser humano.
En el libro El Círculo Mágico del Liderazgo explico qué es la empatía desde un punto de vista práctico, simplemente porque creo que es la forma más eficaz para comprender su significado y utilizarla en nuestro día a día. El secreto para colaborar con los demás mientras disfrutamos del trabajo en equipo, está en saber cómo nos gusta ser tratados. En este sentido, hay una serie de principios generales que nos pueden ayudar a empatizar con los demás mientras buscamos metas comunes:
1 – En general, a las personas nos encanta que se nos trate bien. También que se nos valore y se confíe en nuestra buena voluntad. Como seres humanos, nos encanta participar activamente en los proyectos de los que formamos parte siempre que tengamos claro que se espera de nosotros. Asimismo, nos suele gustar disponer de autonomía para realizar aquellas actividades que dominamos.
2 – A las personas nos encanta recibir ayuda cuando la necesitamos. También expresar lo que pensamos y sentimos si lo que se pretende es que nos integremos en la dinámica del equipo. Las personas necesitamos que las relaciones con los demás tengan un componente personal, cercano y directo. Además necesitamos que se valore tanto el esfuerzo realizado como los objetivos conseguidos. Finalmente, los seres humanos preferimos la franqueza y la honestidad cuando tenemos que recibir información independientemente de su orientación (positiva o negativa).
A pesar de ser principios bastante razonables y que cualquiera de nosotros entendemos de “sentido común”, en numerosas ocasiones la relación entre personas se basa en la desconfianza, la falta de comunicación, el castigo o la desaprobación pública cuando se cometen determi